Este delicioso postre, te hará chuparte los dedos, además de que te traerá los más bonitos recuerdos de tu infancia, sí, cuando en casa de tu abuelita te servían arroz con leche como un premio después de comer.
La receta que a continuación vas a ver, es de lo más tradicional y casera, del gusto de chicos y grandes, además de ser de lo más sencilla, nunca te hará quedar mal.
La forma exacta de prepararlo varía entre unos lugares y otros sobre todo a la hora de cocer el arroz, y con esta receta el excelente sabor y la textura del grano están garantizados.
Echa en una olla la leche junto con el azúcar, las ramas de canela y la cáscara de limón, y ponla a fuego medio hasta que hierva, es decir, hasta que veas que empieza a burbujear.
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Pon el arroz en un colador bajo un chorro de agua fría, remuévelo con tus propias manos y tenlo así durante al menos un par de minutos para que suelte todo ese almidón. Esto no va a afectar a la cremosidad del arroz, pero así es más difícil que se te pegue.
Ya que la leche esté hirviendo añade el arroz y baje el fuego a temperatura suave para que se cueza lentamente durante 45-50 minutos. Ve removiéndolo de vez en cuando (yo suelo hacerlo cada 5 minutos más o menos).
Cuando esté casi listo tendrás que remover con más frecuencia para que no se pegue al fondo y vigilar la cantidad de leche líquida que queda en la olla, ya que hay a quien le gusta más caldoso o bien más espeso, por lo que el punto perfecto lo decides tú (recuerda que una vez apartado del fuego absorberá un poco más de leche por lo que debes dejarlo un poco más caldoso de lo que te gustaría).
Prueba el arroz y, si los granos están hechos y la textura es la que más te gusta, retíralo del fuego y déjalo reposar unos minutos para que se temple.
Antes de que se enfríe quita las ramas de canela y la cáscara de limón y ponlo en los recipientes en los que vayas a servirlo, para que termine de asentarse.
Finalmente espolvorea canela y listo, a disfrutar.